Con todo mi cariño a los miles de trovadores que hay en La Habana y en toda la isla.
Alguno de los mejores recuerdos que guardo de mis viajes a La Habana son las reuniones acabadas con descarga con los amigos. Pequeñas fiestas medio improvisadas en casa de alguien donde no falta ron, refresco, una partida de dominó, cigarrillos, risas y variedad de música saliendo del equipo.
Las muchachas suelen estar bellísimas con sus tejanos, sus sayas al vuelo o esas camisetas de ridículos tirantes (uno de los cuales siempre, siempre acaba deslizándose por un hombro mulato, blanco, trigueño, negro o cobrizo). Aurora, Laura, Tania, Amaya, Betty, Aniela... Se lanzan a bailar, a moverse descaradas y a coquetear, a las bromas afiladas y la mirada inocente con sonrisa lupina. La noche se desliza lenta, tranquila por una casa donde reina el buen humor y las ganas de pasarlo bien con gente que quieres. Y uno empieza a relajarse y despliega sus encantos con esa muchacha risueña de lengua rápida, vence la natural timidez y todos los problemas de socialización en entornos donde no conoce prácticamente a nadie.
Ingenioso, divertido, algo faltón, humorístico pero no pesado, dosificando el halago con la broma. Y parece que todo funciona, todo va sorprendentemente bien. Esa linda muchacha te mira a los ojos, rie los chistes, una mano se desliza por la pierna, las cabezas se juntan, se habla y se escucha, se entienden, surge una pequeña chispa, la tensión, el silencio antes de la tormenta y entonces... entonces...
Entonces un gilipollas saca una guitarra.
Y todo el trabajo se va a la mierda porque, sencillamente, nadie puede competir con un músico.
Y en una canción de Sabina, en una de Aute, se convierte en el único tipo sexualmente interesante de la reunión. Un tipo atractivo, con encanto, con la típica sonrisa de niño travieso con el que será maravilloso estar, pero que traerá problemas. Y este tipo, conocedor de su buena suerte y sus encantos, se lanza a versiones de clásicas canciones de amor canalla con ese toque personal que siempre lo ha identificado. Esboza una sonrisa inocente que declara tener un alma sencilla y un obelisco entre las piernas, y anuncia que la próxima es suya y que se la dedicó a una muchacha que un día vio en un autobús y a la que regaló una rosa. Engarza tres o cuatro temas más que crean un ambiente íntimo y sientes como esa muchacha que antes hablaba contigo ahora acompaña en los coros, aplaude y ríe a sus ojos. Anuncia una última canción, algo dolorosa quizá (con toda seguridad la compuso cuando medio estaba saliendo con una de las muchachas de la fiesta y trae a la memoria tantas buenas noches habaneras sin dinero en el bolsillo). Acaba, levanta la guitarra a los cielos.
Otro tipo la pide. Es su turno el visitar los mundos de Silvio, de Pablo, de Serrat... Ésta vez son miradas descaradas a una prima seria que nota la presión ejercida por el cantante. El ron circula, ninguna de las canciones se canta porque sí, en todas siempre hay algo más, una carta, una indirecta a una de las muchachas que están allá sentadas y escuchando. Esa tensión de que quizá esa noche, el músico no dormirá solo.
El primero vuelve a pedir la guitarra. El segundo la retiene. Pelea de gallos.
Entonces alguien te mira. Todos los ojos se vuelve hacia ti y tienden la guitarra. Y tú, desgraciado, pobre catalán en las Americas, cuyo único mérito musical consiste en tocar arritmicamente la zambomba los días de navidad, saberse de memoria cuatro o cinco canciones en mal inglés, haber acompañado algunos de los coros durante la velada y desearle la muerte a un tipo que te cae bien, tú, digo, tontolaba tienes que decir que no sabes tocar la guitarra. No, ni siquiera una canción.
Y ya no cuentas para esa desconocida que si dios o lo que sea hubiese sido justo y benévolo hubiese dejado de serlo.
Hasta que un año decides que basta. Hasta aquí hemos llegado. No puedes permitir que vuelva a pasar. Hay que vencer a los músicos, cantautores y trovadores. Los tipos normales y corrientes que no sabemos de música también tenemos derecho a gozar de las mieles de la guitarra. Entonces, cuando ese trovador te ofrece la guitarra sabiendo que la rechazarás, ese año... ese año... dices que vale, que tienes una canción preparada y que la dedicas a todas esas bellas mujeres que aquí están. Pero primero, un discurso.
"Hola, gracias a todos por venir. Tengo que anunciar que hoy debuto como trovador aquí en Cuba y en el resto del mundo también. Antes de cantar me gustaría decir unas palabras. Quiero dar las gracias a mis padres, sin ellos esto no sería lo mismo, a mis hermanas, a mis amigos, a mi profesor de guitarra que ha estado un año dándome clases diarias hasta conseguir el fruto que ahora veréis, a mi coreógrafo, no es que me mueva mucho, pero mola eso del coreógrafo, a mi profesora de lengua que no me suspendió aquel examen, a las muchachas que me han rechazado sin reírse, a las camareras que me han servido trifásicos todos estos años. Y quiero que esta canción sea un homenaje a esos trovadores que tanto he admirado y admiro, a Serrat, a Silvio, a Aute, a Marc Parrot, a Adrià Puntí, a Labordeta... a Jon Bon Jovi... no he escuchado nada de él pero eso que hace con el pelo mola mucho. Espero que os guste... A mí me gusta... la compuse esta mañana y es tan buena que se la he mandado a Ana Belén en correo urgente... yo creo que la cantará, ésa canta cualquier cosa. Va por vosotros, bueno no, por vosotras (sonrisa, guiño)."
La canción del do. Letra y música: Jorge Jiménez del Moral
Basada en La canción del Do, una canción original del gran Javier Pastor.
Y así fue el debut como cantautor, así La Habana asistió al nacimiento de un nuevo caminante en esa frondosa selva que es la música. Así es como recibió el aplauso y el reconocimiento de todas esas muchachas hermosas que tanto admiraba y codiciaba.
Y sí, esa noche volvió a dormir solo. Pero sabiendo dos cosas. La primera es que las había hecho reír, y eso es muy importante. La segunda, seguramente olvidarán la enésima versión de Sin tu latido de Aute que lanzó esa noche el joven trovador de turno. Sin embargo, La canción del do... ésa, seguro que no la olvidan.
Y sí, esa noche volvió a dormir solo. Pero sabiendo dos cosas. La primera es que las había hecho reír, y eso es muy importante. La segunda, seguramente olvidarán la enésima versión de Sin tu latido de Aute que lanzó esa noche el joven trovador de turno. Sin embargo, La canción del do... ésa, seguro que no la olvidan.
9 comentarios:
Pero qué GUAPO!!!
Me has hecho reír con esta salida de amigos, bebidas y rivales.
Dicen que no está muerto quien pelea y esa noche has dado una gran batalla. Siempre ganan los que nos hacen reír. Siempre.
Besos gigantes y quiero la canción del Re.
Libélula
OLE!!!!!!!!!
Que te llevaste todos los aplausos!! jajaja incluyendo los míos...
Si, libélula tiene razón: ganan siempre los que nos hacen reír.
Pero que guapo eres! No te había visto muy bien por las pequeñitas fotos del perfil...
Bueno, un beso y espero verte pronto!!!
Si fuera mujer te comeria a besos, guapetón!!
Im-pre-sionante!!
Con lo de la guitarra tienes toooooooooooda la razón.
Recuerdo ir de colonias. Niñas, muchas niñas.... Empecé a mirar a una, ella correspondía.... Hasta que llegó la hora de la animación. Un tio feo. Pero feo de verdad. Tan feo que las cebollas lloran al verlo. Tan feo que cuando nacio la pusieron en una incubadora con los cristales oscuros... Pero con una guitarra. Y, adios muy buenas,...
Se las ligó a todas. Incluso al párroco del pueblo....
Aún hoy no se tocar la guitarra...
Què hem de fer per tenir-te en l'mp3?!??!?!?!?
Bueno gente... tranquilidad... acabo de empezar... pero bueno, ya os avisaré cuando empiece la gira por Europa y América.
Libélula y Amanda: gracias por lo de guapo... el vídeo estaba oscuro, es todo. Me siento halagado, y más viniendo de vosotras.
Cesc: tendríamos que hacernos alguna camiseta con la leyenda odio los guitarristas, o aprender a tocar la guitarra y pasarnos al enemigo. Todos hemos vivido alguna situación como esa.
Laura: ¿Estás segura que quieres tenerme en el mp3? Puedo intentar hacer algo, pero ¿estás segura?
Estoy sin palabras... ¡Buf!... Tanta belleza concentrada... Tanta sensibilidad en una canción... Creo que no estaba preparado... No, no, definitivamente no estaba preparado. Tu canción es como un gota de rocío, Jorge: pequeña, sencilla (bueno, relativamente sencilla, porque me ha parecido atisbar cierta influencia del Dodecafonismo -mejorado, por supuesto- en los acordes) e increíblemente bella. Trovadores como Guerau de Cabrera o nuestro "anoienc" Pere VI de Queralt enmudecerían ante tu arte. Creo firmemente que es nuestro deber patrio animarte a representarnos en la próxima edición del festival de Eurovisión. Dinos que sí, te lo ruego por favor...
:)
No te imaginaba así. Eres mañaquico, jeje.
Nos haces creer en el blog que eres tímido y tal y cual y resulta que ¡no tienes vergüenzaaaa!
Jordi: a ti no te puedo engañar... me has pillado con lo del dodecafonismo. Si es que captas mis homenajes a la primera... por cierto, ¿en qué segundo hago una cruel parodia de la "Electra" de Strauss? Venga... esto ya es de nota.
Annabel: soy tímido e inseguro, de verdad. Ahora, vergüenza no he tenido nunca. Ni sentido del ridículo ni nada de eso... Deberías ver alguna de las obras de teatro que he llegado a hacer... provoqué pesadillas con esa entrada en bikini...
¿Dónde está lo prometido al final del video?
;)
Ha sido genial leerte, verte, entreverte y más aún oírte :D
Un superabrazo!!!
PD: De pequeña aprendí dos cosas de Jessica Rabbit:
1. Que la pobre no es mala, es que la dibujaron así ;)
2. Que si ese pivón se casó con un conejo porque le hacía reír, debe de ser lo más importante :)
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