Varias personas me han preguntado por qué no hablo más de mi trabajo como librero. A veces también me lo pregunto. Y creo que tengo una respuesta. Es que ponerme a hablar de trabajo... Quiero decir, paso cuarenta horas semanales en la librería hablando, trabajando, tocando y pensando en libros (y en alguna clienta, es cierto) y cuando llego a casa me apetecen otras cosas. Música, paseos, cine, escribir, conversación que no sea sobre libros, etc. En mi tiempo libre intento no hacer nada relacionado con libros (ni veo programas en la tele, ni escucho en la radio, ni leo blogs sobre libros salvo alguna honrosa excepción). El único momento que le dedico al libro en mi tiempo libres es la horita de lectura antes de ir a dormir.
Y eso que la intención con la que empecé este blog era hablar de libros, pero enseguida me di cuenta de que lo que menos me apetecía era tratar sobre eso. Me lo pasaba mejor escribiendo sobre música, cine o la última conversación tonta que había tenido con un amigo. Porque estaba cansado. No más libros, por favor.
Aunque, claro, no puedo vivir sin libros y de vez en cuando aparece alguna reseña o alguna anécdota de la librería. Pero sobre el oficio puro de librero, sobre eso no me apetecía escribir. Pero la gente insiste y yo siempre me debo al lector. Así que de vez en cuando hablaré sobre el oficio de librero, o por lo menos de mi particular forma de ver ese oficio.
Así que empecemos por el principio. Como llegué a ser librero.
Tarde de septiembre. Acompañé a mi buen amigo Jordi a la librería donde ahora trabajo (se llama Llibreria Aqualata, c/ Sant Josep, 14, Igualada) porque tenía que comprarse unos libros de música. Mientras esperábamos me dio por preguntarle al dueño si necesitaban a alguien de refuerzo (en aquella época trabajaba a media jornada en un teatro y estaba buscando algo que completara el día y el sueldo). Me dijo que llevara el currículo y que ya veríamos. Pues ya veremos. Dos días después me llamo diciendo que le interesaba y que podía empezar al día siguiente si quería. Naturalmente acepté. A los dos meses y medio pasé de media jornada a entera y hasta ahora, tres años y cuatro meses después (y soy consciente de que como historia no vale nada, pero es lo que pasó. Ya me hubiese gustado un poco más de acción trepidante y salvar la tierra de una invasión de grapadoras mutantes, pero eso sería mentir).
Trabajar en una librería... siempre había soñado con eso (como la mitad de la población humana). Eso sí, sabía que el trabajo de librero en nada de asemejaba a la imagen romántica que se suele tener. Ya sabéis, un tipo con una chaqueta de punto, sentado detrás del mostrador tomando té, con un enorme gato en las rodillas mientras disfruta de una nueva relectura de Orgullo y prejuicio. Los libros duermen en las estanterías. Los clientes entran y salen sin hacer ruido. El librero los controla con el rabillo del ojo y hace la vista gorda cuando un estudiante roba un ejemplar de Homero. Todo muy otoñal y todo con mucho tiempo para leer.
Mentira.
Desde que se entra por la mañana hasta última hora de la tarde no se para. Libros que llegan, libros que se van, albaranes, facturas, colocar libros, volver a colocar los libros, ordenar sección infantil, atender a los clientes, envolver regalos, aconsejar, hacer encargos, reclamar a los distribuidores, volver a ordenar la sección infantil, buscar libros de conejitos porque un niño va a la clase de los conejitos, llegan más libros, abre cajas, controla, faltan libros, reclama, entra novedades y reposición, coloca libros, aconseja, atiende, etc. Y es un día normal... Si es temporada de texto, navidad o Sant Jordi es lo mismo de antes, pero multiplicado por mil.
Es cansado y agotador. Estar cara a la gente es delicado. Suele ser estresante. Pero es un buen trabajo. Y poco a poco os iré explicando las interioridades de este oficio. Si queréis, claro. Y para que sea la voz del pueblo la que cargue con las responsabilidad, propongo para la próxima entrega tres temas. Elegid el que queráis. La mayoría gana.
1. Relación café-libros.
2. ¿Qué es eso del ISBN?
3. Hablemos de números, ¿margen de beneficios?
"Me encanta ir a las librerías y conocer a los libreros. Realmente los libreros son una raza especial. Nadie en su sano juicio aceptaría trabajar de dependiente en una librería por el sueldo, y ningún propietario en sus cabales querría ser dueño de una, porque el margen de ganancias es demasiado bajo. Así que tiene que ser un amor a la lectura lo que les empuja a hacerlo, junto con ser los primeros en hojear las novedades."
Mary Ann Shaffer, La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, RBA, 2009 (próxima aparición, enero)
12 comentarios:
Hola !!
de librera a librero, lo mio fué tambien pura casualida .
estava en la cola del Inem para inscribirme cuando decidi consultar las ofertas ( cosa que nunca habia hecho antes) i mientras esperava delante mio habia una chica ( Rosa es ahora mi socia y compañera) diciendo que en una libreria La gralla ( era tambien mi preferida )necesitaban gente y que mucha gente no queria trabajar los sabados, etc, etc...total que Rosa se marchó y yo le dije al señor oye, yo venia para otra cosa, pero lo que acabo de oir me interesa màs......y mira aqui estoy el pasado sabado hizo 9 años )
Por lo menos se ve que te gusta tu trabajo, y seguro que eres amable cuando se te hace una consulta (también tendrás tus dias, como todos...), en la libreria mas grande que hay aquí, y hay cuatro, contadas, las dependientas son peores que las del Dia de mi barrio (no tengo nada en contra de las cajeras del Dia, pero las de mi barrio son muy pero muy antipaticas...)
En cuanto al tema para el proximo post...me inclino por la relación cafe-libro...a ver cual es tu teoría, porque yo relaciono mas cafe-revista o libro-almohada...
Bss!!
Pues si que es una curiosa forma de empezar a trabajar en un sitio.
No es por fastidiarte, pero como hagas una entrada siendo el tema el ISBN puede generar varios bostezos, a no ser que mezcles el ISBN con alguna conspiración mundial para evitar el control del mundo por parte del Sistema de Catalogación, o algo por el estilo.
Yo también apuesto por la relacion cafe-libro, o libro-sofa-te/cafe o libro-vino-musica.
Doncs a mi m'interessa més tot això dels números (potser serà perquè sóc de ciències, ves!)
PD Quina decepció al saber que la Salanger s'havia operat els pits!No m'ho pensava pas!
Yo antes quería ser bibliotecaria, por eso de estar rodeada de libros también, pero tras observarlas bien (en mis días de estudio, de esos q vas a la biblioteca y no estudias un carajo porque siempre hay libros más interesantes para leer alli que los del colegio) me di cuenta de que no era lo mío.
Supongo que esa imagen de librero con el gato y el café la tiene mucha gente, aunque no hay más que ver a los pobres dependientes de las grandes librerías lo que curran....se va el mito.
Yo entiendo que no quieras hablar del trabajo ¿quien quiere hablar del trabajo? ni yo a veces quiero hablar de mi música jaja.
Besos!!
Hey tu! Librero sexy... apuesto por este:
1. Relación café-libros
...un kisso ya sabes ;)
p.s: por cierto manera de reirme con la anécdotas de la libreria jejejej
Café-libro! café-libro!
jejeje se ve que todos nos pusimos de acuerdo.
Ya te había contado que mi sueño es tener una librería, pero creo que trabajar en una también sería muy lindo. Coincido con la cita, hay que tener amor por los libros, como todo, te tiene que gustar lo que hacés para poder permanecer en ello.
Un abrazo Jorge :)
Llevo una semana blog-apática, y me acabas de recordar una entrada que hacía timepo pensé. ¡Y voy a escribirla sin apuntes!
Seguro que tu jefe recibió mogollón de CV's a diario antes de quedarse prendado de ti. Estabas predestinado - si es que crees en el destino. Yo no.
Todo el mundo sabe ya lo que es el ISBN: Impuesto Solidario por Buenas Nalgas, ¿no?
Opto por la relación "café-libros", la cual innegablemente es de lo más estrecha, a la vista de los muchos cafés que prosperan cerca de librerías (y no es casual, no), por no hablar ya de los café-librería. Y no podía ser de otra manera: pocas cosas hay tan agradables en nuestra cotidianidad sencilla como el pequeño placer de una buena lectura acompañada de un buen café; por no hablar de la enorme trascendencia cultural que han tenido los cafés literarios.
Sin lugar a dudas, el tándem "café-libros" merece una entrada.
A todos: nueve comentarios son muchos para ir uno por uno y me saldría algo muuuuuuuu largo. Así que unas cuantas generalidades:
1. Vale. Café-libros. Pillo la indirecta.
2. La simpatía va a días... pero soy un librero cojonudo.
3. Me encanta mi trabajo aunque lo critique.
4. No os libraréis del ISBN tan fácilmente y no, no será aburrido.
5. No creo en el destino. Solo en estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Y llegan muchos CV's a la tienda. El mio cayó en gracia. Creo que fueron los cursos de poesía femenina.
6. Y ya está.
Aunque llegué tarde:
Café-libros para mí!!!
Besos, Libélula.
Cuentas las cosas de una manera que genera curiosidad. Es cierto que el oficio de librero tiene un aura romántica que no se corresponde, al menos estás muy al tanto de las novedades editoriales (aunque pa lo que hay que ver muchas veces...) y con alguno de tus clientes seguro que surgiran conversaciones interesantes. Aunque tengo una pregunta ¿la gente también va a ritmo frenético en tu librería? (lo que hace difícil el trato "humanizado"). Lo pregunto porque yo también trabajo de cara al público y es todo bastante mecánico, hay poco de donde sacar jugo por las prisas. Todo el mundo corriendo, todo el mundo corriendo.
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