lunes, 11 de mayo de 2009

Tres historias en una entrada (si no contamos la coda)

1. El libro que estoy leyendo en estos momentos se llama Tres hombres en un barca (si no contamos al perro) del a partir de ahora gran e insigne e imprescindible Jerome K. Jerome (Walsall, 1859 - Northampton, 1927). Es la sencilla historia de tres petimetres de ciudad y un perro que es la piel del diablo que deciden recorrer el Támesis en barca para solaz del espíritu y confort de unos cuerpos aquejados de todas las enfermedades existentes más alguna más de su invención. Son tres señoritingos presuntuosos, presumidos, vagos e irresponsables que se lanzan a aventuras demenciales y descabelladas como preparar un equipaje en menos de seis horas, levantarse a la hora convenida o decidir si dormir bajo las estrellas o en un albergue.

Sólo llevo sesenta páginas, pero ya puedo decir sin dudar que se ha convertido en una de mis novelas favoritas. Seguramente es una de las historias más divertidas que he leído con un humor actual y reconocible (pensad que es una novela escrita hace más de un siglo) y unos personajes entrañables hijos directos de los maravillosos Pickwick y Tristam Shandy.


Pues entre las páginas de esta trochante y descacharrante novela me he encontrado con esta definición de lo que debe ser la vida que lanza J., el narrador y delirante protagonista.

"¡Venga, lanzad los cachibaches por la borda! Que la barca de vuestra vida sea ligera, que sólo vaya cargada de las cosas que necesitéis: una casa sencilla y placeres simples, uno o dos amigos dignos de tal nombre, alguien a quien améis y que os ame, un gato, un perro, una pipa o dos, la comida y la ropa necesarias, y, de bebida, un poco más de la necesaria, ya que la sed es algo peligroso."

Lástima para ellos, pero fortuna para nosotros que los protagonistas no sigan sus propios consejos.

2. Hace un tiempo estaba tomando un café con mi hermana Montse. En una de las mesas cercanas había una madre con su hijo de unos tres meses y unos amigos. El niño iba vestido con el uniforme del Barça y la madre lo movía de un lado a otro de forma violenta y le agitaba los brazos arriba y abajo cantando el himno del equipo. La cara del crío era entre el pavor de ver a su madre convertida en un monstruo fanático y el desconcierto por algo que no entendía. Mi hermana comentó que era una vergüenza que desde pequeño se intentará condicionar a los niños y no se los dejara descubrir por ellos mismos a qué club querían pertenecer si es que querían pertenecer a alguno.

Ayer: Entro en casa. Mi hermana aparece en el pasillo con una pequeña camiseta del Espanyol entre las manos para mi sobrino (advertencia, mi hermana es una perica contumaz y violenta y, por ende, antibarça por convicción) y diciendo que lo iban a vestir con ella. Le recuerdo lo que dijo en una ocasión sobre condicionar a los niños. En su defensa dice que ella no está condicionando a nadie, sólo está colaborando a que mi sobrino desarrolle buen gusto, personalidad, criterio y fortaleza ante las adversidades de la vida.

¿Coherencia de pensamiento? En mi familia nunca se ha utilizado demasiado.

3. El sábado por la noche fui con Jordi a ver Lobezno (X-men origines: Wolverine, Gavin Hood, 2009). Entretenida. Pero motivó una seria discusión entre nosotros dos. Si fueramos mutantes, ¿qué poder tendríamos? Llegamos a la conclusión que seguramente lo más útil sería la perezina; provocar una enorme pereza en nuestro contrincante para que se le quiten las ganas de todo y solo le apetezca tumbarse un raato y ver pasar el tiempo pensando que debería destriparnos, pero que no puede con su alma porque le da un palo... Somos conscientes que quizá no es un superpoder muy glamuroso, pero seamos sinceros, estamos hablando de nosotros.

Coda: he empezado a recibir personas interesadas en libros. Todas las peticiones serán atendidas. Pido, eso sí, un poco de paciencia. Hay que elegir los libros adecuados para cada personas y ésta es una ciencia que pide algo de tiempo. A finales de semana empezarán a salir los paquetes.

3 comentarios:

Annabel dijo...

Me ha llegado al alma lo de zarandear al niño en aras de una afición futbolística, vaya tela...

La chica automática dijo...

Three men in a boat, dear Jorge: imprescindible, y eso es asi. De morirse de risa. Sabia que no te pasaria desapercibido. Malditas obras maestras!! besos bello.

Jorge dijo...

Annabel: hay gente pa to... y sí, es triste que por unos colores provoquen un mareo al niño.

Automática: ¿Cómo he podido vivir sin ella? Tanta risa no puede ser buena y son tan idiotas (aunque me recuerdan a mí y a unos amigos). Malditas siempre y tan necesarias. Besos hermosa.