domingo, 21 de septiembre de 2008

Crónica de una obra II

Resumen de lo publicado: Durante unos meses la librería donde trabajo ha estado en obras. Por una serie de circunstancias donde se mezcla el azar, el destino y un díptero (también conocido como mosca) descubrimos lo que parecía un túnel desconocido bajo el suelo igualadino. Se decidió que un grupo de valientes investigaría este misterio. Éstos éramos un paleta, un yesero, un electricista, un mimo y yo.
Cargados con cuerdas y un par de linternas, los cinco expedicionarios estábamos preparados para iniciar la aventura. El único detalle que quedaba por solucionar era el tema de la comunicación con el exterior. El tema móviles quedó descartado porque en la librería no tenemos cobertura para ningún móvil gracias en gran parte al revestimiento de amianto de las paredes y al hecho de haber cedido parte de nuestro terreno para pruebas de tipo nuclear. Después de discutir unos instantes se decidió que mi amigo Jordi fuera el enlace con el exterior. Al ser bulímico tiene una innata capacidad para leer las mentes y la comunicación telepática. Él mantendría un contacto casi continuo con nosotros e iría informando de nuestros descubrimientos. Al darle este papel de enlace su humor mejoró; había estado chillando y poniendo morros porque habíamos preferido al mimo que a él. Ahora podía colaborar con la expedición y tenía una excusa para no ir al trabajo.

Los cinco expedicionarios nos situamos en la entrada del túnel. Lanzamos una cuerda que previamente habíamos atado a la mesa de novedades. Solo quedaba elegir quién sería el primero en descender. La tensión se palpaba entre nosotros. ¿Y si emergía un monstruo antidiluviano? ¿Y si había una nueva deflagración? Después de discutirlo decidimos que bajara primero el más inútil para la sociedad.

Fui el primero en bajar.

Mis pies tocaron suelo y no pasó nada.
¿Cómo estás?
Era Jordi en mi cabeza.
-
Bien - dije - no parece haber nada. Todo está óscuro.
¿Y si enciendes la linterna?
- Oh, sí. Una gran idea.

Encendí la linterna. El haz de luz fue posándose sobre las paredes. No presumo de mis conocimientos de arquitectura porque no tengo ninguno, pero aquellas paredes no se parecían a ninguna que hubiera visto antes. Oi un ruido a mi espalda. Me giré asustado, pero solo era el paleta.
Sólo es el paleta.

- Gracias Jordi, ya lo he visto.
De nada...
- ¿Qué te parecen estas paredes?
- Extrañas - dijo el paleta. - No reconozco la técnica. No es cemento, ni excrementos de vaca ni...

Mientras daba unas explicaciones que nadie escuchaba fueron descendiendo los otros miembros de la expedición. El mimo estaba exultante de felicidad como nos lo demostró haciendo aparecer una flor de la nada y comiéndosela después. Además, era la primera vez que tocaba una cuerda real y no una imaginaria. Aunque no lo compartí con nadie, su jersei a rayas y la cara pintada de blanco no me parecían un buen equipamiento.

- ¿Vamos a la puerta? - dijo el yesero. Era el más joven del grupo y por tanto el más valiente, inconsciente y aguerrido.
- Creo que nos estamos equivocando... Creo que deberíamos advertir a las autoridades y que ellos se encarguen.
Era el electricista el que así hablaba.
Sí, esos... anda que van a hacer algo... si son una panda de corruptos que están destruyendo el país, ignorando nuestra cultura y...
- Jordi, - dije - no estamos en tu blog. Cálmate.
Mientras hablábamos el yesero se había acercado a la puerta.
- Es preciosa...
Nos acercamos a él. Nos quedamos maravillados. Estaba hecha de madera, pero no podíamos identificar el material. Pasé la mano por el pomo. Eran tan delicado, tan suave, casi como las nalgas de una... Lancé un chillido. Me miré la mano. Sangraba. Algo me había cortado.
- ¿Qué demonios ? - dijo el paleta.
Mi sangre regaba el pomo y parecía que éste la absorviera. A la luz de las linternas la puerta pareció hincharse y adquirir un tono rojizo.
¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
Nadie dijo nada. Estábamos mudos de asombro y empezábamos a sentir miedo.

La puerta se abrió. Al otro lado, solo oscuridad.

- ¿A qué esperamos? - dijo el yesero. Y se internó en la oscuridad con el entusiasmo de los dieciocho años.
- ¡Espera! - dijimos los demás.
Se oyó un chillido de espanto.
- Joder - dije.
- Lo más prudente sería volver a buscar ayuda - el electricista estaba pálido.
- Lo más prudente sería no haber bajado... Joder... - el paleta dudaba - joder... a tomar por culo... de perdidos al río. - y se internó en la oscuridad.
El mimo fue detrás de él corriendo como si estuviera en una cinta mecánica.
- Vamos, dije.
Y el electricista y yo cruzamos el umbral.

La oscuridad nos envolvía. ¿Qué pasa joder? Recibo señales muy extrañas... y he perdido el contacto con el yesero. Me estoy empezando a asustar. ¿Esta puta ha publicado un libro?

La puerta se cerró detrás de nosotros. El electricista intentó volver a abrirla, pero no tenía pomo. Estábamos atrapados.

Fotografía del túnel echa con mi móvil.

CONTINUARÁ...

5 comentarios:

Cesc Sales dijo...

Ya esta bien Jorge!!!
Empezar la semanita con estos sustos tipo El Internado......
Y encima sin saber cuando volveremos saber de estas cronicas cavernícolas............

Montse dijo...

Si había la menor sombra de duda de que esta historia no fuera del todo fiel a la realidad, ahora me doy cuenta de que es cierta al pie de la letra, ya que reconozco TOTALMENTE a Jordi. Es imposible que sea una invención, ya veo que todo es totalmente verídico. Perdona si había desconfiado de tu exceso de imaginación para adornar un poco algunas anécdotas, ya me conoces, yo siempre tan escéptica.

Jordi Vivancos dijo...

¡Es cierto, es cierto! Todo ocurrió como cuenta Jorge. Sin embargo, me veo en la obligación moral de matizar algunos detalles: si bien es cierto que pataleé y chillé un poco, lo de derribar la estantería y liarme a patadas con los libros del suelo sólo fue un accidente. Lo digo porque, aunque la elegancia de Jorge le ha impedido mentarlo, los ahí presentes lo interpretaron equivocadamente, y quería aprovechar esta ocasión para aclararlo.

También quisiera matizar la extrema dificultad que supuso para mí concentrarme para una correcta comunicación telepática, puesto que ese día había muchas interferencias de ondas, y a menudo las emisoras "Los 40 principales" y "Radio Tele-Taxi" se interponían en la comunicación, lo cual en algunos momentos nos llevó a no pocos malentendidos.

Y siento insistir en el tema, pero el electricista pecaba de inocente, y ya sabes que me sacó de mis casillas no pocas veces. ¿Avisar a las autoridades? ¡Pero en qué cabeza cabe, por Dios! ¡Si son todos una pandilla de vagos corruptos del copón! En ningún caso iban a ser de utilidad, a menos que fuera para cobrar. ¿Y qué pasaría si encontrábamos una pirámide azteca cubierta de oro? ¿Es que es tan lerdo como para no ver que en tal caso las autoridades se quedarían con todo el botín?

¿Cuándo contarás quién era en verdad el mimo?

Anónimo dijo...

Eso de "perdidos al rio" me suena de algo...
Lo que puede llegar a hacer una simple mosca. Y despues hablan del mosquito tigre. La muy cabrona!
Parece que bajo el suelo igualadino existe algo mas que tierra, ratas y cocodrilos en las alcantarillas.
Si me dices que alguien grabó alguna seqüencia con el móbil, compro el "copiray" y monto un Rec segunda parte, neng!

saludos y pajillas

Mara Oliver dijo...

el mimo no tiene precio, lo de la cuerda XD genial, jejeje, como lo del telépata regurgitador, después de eso no tengo ni puta idea de lo que me espera al cruzar esa puerta del demonio... y eso me pone :P
jejeje