Es curioso lo que pasa con la música. Hay momentos que para explicarnos con alargar una canción es suficiente. Y hay cantantes que se hacen tan nuestros que parece que nuestra vida se cuente por ellos, por su voz, por las letras y el suave rasgueo de una guitarra. Es lo que a mí me ocurre con Javier Ruibal.
Hasta que no me di de bruces con su disco Lo que me dice tu boca (2005), no podría decir que tenía eso que llaman "un cantante favorito". Sí, había muchos cantantes que me gustaban. Estaba Aute y Jorge Drexler y Tom Waits, que tan bien explica mis momentos desesperados en Rain Dogs, y Aldebert o Vincent Delerm. Pero en ninguno llegaba a encontrar ese repertorio de canciones que explican una forma de ver el mundo, de entender las relaciones, de entender el amor... y las mujeres... libres, carnales, alegres, hermosas, sueños y realidades.
Y todo eso lo he encontrado en el mundo musical de este hijo del Puerto de Santa Cruz, gaditano hasta los huesos y en unas canciones que mezclan y confunden los ritmos flamencos, latinos, magrebies, jazzisticos. Que se escapa a la canción, a la copla, a chirigotas... a los ritmos populares y a letralizar música de Satie. A una voz cálida y próxima de amigo de copas y confidencias amorosas, de humor en los momentos tristes, de auroras que se pierden en el recuerdo, de la huella de tus labios en mi copa.
The blue sword
Hace 15 horas
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